En plena reapertura gradual del país tras semanas de cuarentenas y medidas de aislamiento social intermitentes y desparejas, Estados Unidos superó la barrera de los 100.000 muertos por coronavirus, sin llegar aún al pico de la pandemia a nivel nacional, según el recuento del diario The New York Times y el registro de la Universidad Johns Hopkins.
Después de un fin de semana largo con playas y parques abarrotados de gente que despertó las alertas de expertos y autoridades, un informe científico advirtió que la curva de la pandemia sigue en ascenso en al menos la mitad del país y ayer, el ex director de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés) Scott Gottlieb informó sobre un alza en las internaciones en 10 estados.
En una entrevista con CNN, uno de los principales y más respetados expertos del gobierno de Trump, el doctor Anthony Fauci, aseguró que un rebrote -en los estados donde el pico ya pasó- "no es inevitable", sobre todo si la sociedad no cumple con las precauciones de distanciamiento social e higiene que proponen los especialistas.
"La gente que está afuera jugueteando tiene que entender que cuando hace eso y no ve un efecto negativo inmediato en una semana, eso no significa que debe estar confiado. El efecto de transmisión no se ve en dos, tres o quizás más semanas", advirtió Fauci. Pero mientras Fauci pide evitar las concentraciones de personas y retomar la vida cotidiana con muchas precauciones, Trump sigue negándose a usar un tapabocas y defendiendo tratamientos suspendidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y expertos en Europa, como la ingesta de hidroxicloroquina, un medicamento para la malaria con contraindicaciones para pacientes de Covid-19.
Otra cuestión sanitaria que cada vez preocupa más en Estados Unidos es que con el aumento dramático del desempleo, millones de personas han perdido su seguro médico y en gran parte no tienen recursos para contratar uno nuevo, aún con subsidios del Estado. Si las proyecciones para fin de mes se mantienen, más de 41 millones de personas van a haber pedido el seguro de desempleo en las últimas 10 semanas, una cifra que se distribuyó con niveles récords en casi todos los estados del país en abril, según el diario The Washington Post.
Trump ha declarado que la reactivación de la economía y la creación de puestos de trabajo es su prioridad -especialmente de cara a las elecciones de noviembre en las que se jugará su reelección-; sin embargo, poco ha dicho sobre el efecto que el aumento del desempleo tuvo sobre la cobertura médica de los trabajadores.
A diferencia de otros países que concentraron la gestión sanitaria de la pandemia en su sistema de salud pública, Estados Unidos no posee esta estructura y su población está acostumbrada a evitar los hospitales y largas internaciones para no contraer deudas de miles de dólares. A mediados de mes, el centro de pensamiento Economic Policy Institute calculó que al menos 16,2 millones de personas se quedaron sin cobertura médica cuando perdieron su trabajo en medio de la pandemia.
Poco después, la Fundación de la Familia Kaiser alertó que la cifra podría, en realidad, alcanzar a los 26,8 millones ya que muchos de los nuevos desempleados tampoco podrán pagar las coberturas médicas más accesibles que ofrece lo que queda en pie del sistema de salud promulgado por Barack Obama, según informó hoy el portal de noticias Hufftington Post. Pese a estas cifras y al riesgo de salud pública que podrían representar en medio de una pandemia en pleno ascenso, ni la Casa Blanca ni el Congreso estadounidense no están analizando alguna medida para facilitar el acceso a la salud a este sector especialmente golpeado.
En cambio, miembros del gobierno adelantaron hoy a diferentes medios locales que el mandatario está analizando la posibilidad de imponer nuevas restricciones a los trabajadores, para dar prioridad a los ciudadanos estadounidenses que perdieron el empleo, y de mantener el próximo mes las ayudas directas a las personas que vuelvan a trabajar, como una forma de "incentivo" para la reapertura, explicó el asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow.