“Star Wars pero en la Tierra”, resumía el productor cuando nadie confiaba en su proyecto. Cuando llegó a los cines, Top Gun se convirtió, contra todo pronóstico, en la película más taquillera de 1986. Excedió hasta sus propias ambiciones. Se volvió una marca de época, con frenéticas escenas aéreas, con un buen casting, con algunas gemas pop y con un actor que se convirtió en una leyenda del Hollywood moderno.
En 1983, el productor Jerry Bruckheimer leyó en la ignota revista California una nota titulada Top Gun sobre los jóvenes pilotos de aviones navales. “A velocidad Match 2 y a 40.000 pies de altura siempre es mediodía” era la primera frase del artículo. Ese comienzo y el mundo de tensión y precisión en el que vivían esos hombres lo enamoraron. Compró los derechos y contrató a dos guionistas para que trabajaron en la historia.
Sabía que necesitaba un gran actor para que el proyecto funcionara. Los productores dicen que su primera opción siempre fue Tom Cruise. Pero él tenía sus dudas.
La experiencia anterior de Cruise con la familia Scott no había sido buena. Ridley era el hermano de Tony Scott y lo había elegido en la postergada Leyenda. Pero mientras él no respondía los llamados de los productores, Ridley le dijo: “Tendrías que prestarle atención a la película que está por dirigir mi hermano”. Para terminar de convencerlo el productor Jerry Bruckheimer le organizó una visita a la base aérea. Caminó por las pistas, vio volar los aviones e inspeccionó los hangares. Hasta lo hicieron dar una vuelta en uno de esos jets. Adicto a la adrenalina, Cruise tomó la decisión de hacer Top Gun. Al terminar el recorrido, el joven actor llamó al productor para decirle que contara con él. Había quedado fascinado con ese mundo y quería vivir en él, al menos por unos meses.
Después del estreno y del reinado de la película en la taquilla, las autoridades militares quedaron muy conformes con el film y la imagen que daba de sus pilotos. Fue una enorme publicidad para ellos. Las peticiones para ingresar como pilotos aumentaron un 500 %. Eso hizo que se replantearan su relación con el mundo del cine, del que se habían alejado en las décadas anteriores. La revista Time relejó esta situación llevando el tema a su tapa: “El Pentágono llega a Hollywood”, anunciaba.
La película logró trascender el tiempo. Y en uno de esos raros fenómenos que suceden muy de vez en cuando, sus escenas y sus modismos se convirtieron en parte del mundo que intentó recrear. Así como miembros de la mafia norteamericana incorporaron latiguillos de El Padrino, Top Gun logró que algunas de sus frases y giros -que no existían en el mundo de la aviación bélica- se volvieran frecuentes entre los pilotos. Tanto es así, que en la actualidad, en la academia de pilotos de elite hay multas fijadas para aquellos principiantes que citen el film creyendo que están replicando jerga del mundo aéreo.
A mediados de los ochenta, el VHS era un factor muy influyente. Top Gun batió todos los récords anteriores de preventas. La gente hacía cola en los video clubes para llevársela. En Estados Unidos a través de ella se instaló un nuevo precio de venta en los VHS que permitió un boom en su adquisición, modificando el negocio para siempre.
36 años después llega la secuela. Podría haber sido estrenada antes de no haber sido por la pandemia. Ese gran lapso, esa distancia de la película original sin embargo no es el mayor para una secuela: la continuación de Mary Poppins llegó a las salas 54 años después del estreno de la original. Ya no creará una mitología alrededor suyo ni una súper estrella. Son otros tiempos. Sin embargo logrará llevar de nuevo gente a las salas empujadas por un nombre, por una franquicia, por la acción, por la nostalgia.
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