La Argentina está en un momento bisagra con respecto a la pandemia por el coronavirus. Desde junio están bajando los fallecimientos de pacientes por COVID-19, pero empiezan a registrarse más casos de afectados por la variante Delta del coronavirus, que es más transmisible y generó nuevas olas en Europa y América del Norte recientemente. Mientras tanto, el plan de vacunación sigue en marcha en el país.
Hasta el miércoles había un 42% de la población total de Argentina que aún no recibió la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19. Además de las demoras por la producción y la entrega de las dosis desde el extranjero durante los primeros meses del plan, expertos en infectología, bioinformática y geografía explicaron a Infobae que hay otras razones que hacen que aún 19 millones de personas no se hayan inmunizado.
Desde marzo del año pasado hasta el miércoles, se reportaron más de 5 millones de casos confirmados con el coronavirus en Argentina, y 108.388 personas murieron. La enfermedad COVID-19 es hoy prevenible gracias a las vacunas que demostraron seguridad y eficacia durante su desarrollo el año pasado para reducir las complicaciones y las muertes en combinación con las medidas como el uso de barbijo, la ventilación permanente, el distanciamiento, el lavado frecuente de manos, y evitar reuniones en lugares cerrados.
A nivel mundial, el 30,7% de la humanidad ha recibido al menos 1 dosis de la vacuna contra el COVID-19, según el sitio OurWorldInData. El 16% de la población mundial está completamente vacunada. En los países de bajos ingresos, aún menos del 2% de la población accedió a una dosis.
En la Argentina, el plan de vacunación contra el COVID-19 empezó a fines de diciembre, e incluyó las vacunas Sputnik V, del Instituto Gamaleya de Rusia, la vacuna de la Universidad de Oxford y AstraZeneca (con su versión Covishield producida en India), y la vacuna de Sinopharm de China, que fueron adquiridas por el Ministerio de Salud de la Nación. Recientemente, se sumó la vacuna de Moderna, por donación del Gobierno de los Estados Unidos, que se empezó a aplicar en adolescentes con factores riesgo.
El 58% de la población sí accedió a la primera dosis hasta el miércoles pasado. Pero hoy existen diferentes barreras que han hecho que se observen diferencias en la adherencia y en el acceso a la vacunación según las edades y según la jurisdicción del país en la que se resida. Las provincias de Misiones, Chaco y Salta son las tres más demoradas en la aplicación de la primera dosis, según el registro de datos abiertos del Ministerio de Salud de la Nación. Mientras que otras jurisdicciones, como Tierra del Fuego, La Pampa y Ciudad de Buenos Aires ya aplicaron la primera dosis a más del 63% de la población.
La flamante Ministra de Salud de Chaco, Carolina Centeno, explicó a Infobae: “El plan de vacunación sigue adelante en nuestra provincia, pero hay una demora en la carga de datos en el sistema nacional. La vacunación avanzó primero en la población objetivo, que son los grupos priorizados, como el personal esencial y las personas mayores o las personas con factores de riesgo”.
La funcionaria asumió al cargo hace tres semanas, y reconoció que con su gestión están tratando de llegar a la población que aún no se ha inmunizado en Chaco. “Hubo postas y turnos desde el principio de la vacunación. Pero hemos estado poniendo en marcha operativos en zonas rurales, barrios populares, y agentes que van casa por casa para promover la vacunación. Buscamos acercar la vacuna a la gente”.
En otra de las provincias más rezagadas, Misiones, ya están ofreciendo la vacuna por demanda espontánea. En cualquier momento, los adultos pueden ir a vacunarse sin esperar el turno. Sin embargo, aún hay personas que no se deciden. En el caso de los adolescentes con factores de riesgo, hasta el 11 de agosto sólo había ido a vacunarse el 35% de los chicos convocados.
“Algunas provincias, como Misiones, Chaco, Salta, están más demoradas en la primera dosis de vacunación con respecto al resto, y habría diferentes razones para explicar esas diferencias. Hay una mezcla de factores. Un factor es la ruralidad. No todas las personas viven en las ciudades principales de esas provincias y la distancia puede ser un obstáculo para acceder a la vacuna.
También la desinformación influye para que haya grupos que tengan desconfianza a la vacunación. Debería promoverse más la vacunación con operativos móviles en los pueblos”, comentó a Infobae Rodrigo Quiroga, investigador en bioinformática de la Universidad Nacional de Córdoba que analiza los datos de la evolución de la pandemia y la vacunación a diario.
Hay también diferencias en cuanto a las edades. El plan nacional se había propuesto en diciembre alcanzar como objetivo a la población priorizada. Dentro de esa población, estuvieron las personas mayores de 60 años y las personas con factores de riesgo. El 91% de la población priorizada ya recibió la primera dosis. El 41% de la población objetivo tiene la vacunación completa, según el análisis de datos de Martín Barrionuevo, contador y senador provincial de Corrientes que hace un monitoreo diario de los datos de la autoridad sanitaria nacional
De los 6 millones de adultos sin vacunar, el 50% tiene menos de 30 años. El 34% tiene entre 30 y 49 años y el 16% es mayor de 50 años, comentó Santiago Olszevicki, bioquímico por la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires y analista de datos. Los grupos de mayor edad, que son los que tienen más riesgos de sufrir complicaciones, han adherido más a registrarse para la vacunación. El 87% de las personas mayores de 60 años ya recibió al menos una dosis.
Analía Urueña, quien forma parte de la iniciativa Confianza en las Vacunas Latinoamérica, y es directora del Centro de Estudios para la Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles de la Universidad ISalud, comentó a Infobae otra de las razones por las cuales hay algunas personas que aún no se aplicaron al menos una dosis de la vacuna.
“La falta de vacunación en la gente más joven tiene que ver por un lado con el momento en que se inició de la campaña de vacunación en esos grupos de edad. Por lo cual la oferta de vacuna ha sido más tardía para los grupos más jóvenes”, afirmó.
“Por otro lado, la demora en vacunarse puede estar relacionada con una menor percepción del riesgo de complicaciones o muerte por COVID-19 en la población más joven”, señaló la doctora Urueña. Generalmente, la infección por el coronavirus ha impactado más con cuadros graves en personas mayores de 60 años o en personas con factores de riesgo, como diabetes, enfermedades pulmonares, renales y cardiovasculares, entre otras.
En el Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes iniciaron un estudio sobre las representaciones que las personas tienen sobre la pandemia y la vacunación este año.
Entre 47 personas encuestadas entre marzo y junio pasado de diferentes provincias, sólo cuatro tenían una absoluta negativa a vacunarse. Tenían entre 18 y 40 años. Un tercio manifestó algunos temores a colocarse, aunque algunos ya habían recibido una dosis, según los resultados preliminares.
“Algunos de los temores de las personas estaban relacionados por el rápido desarrollo de las vacunas y por los potenciales efectos adversos”, contó a Infobae la geógrafa Agostina Ludueña, que está haciendo el estudio con un equipo de investigadores. “Lo que observamos hasta ahora es que hay una gran adherencia a la vacunación.
Casi la mitad de los entrevistados manifestaron sentir confianza hacia las vacunas. Muchos plantearon tener más dudas a fines del año pasado, pero con el paso de los meses fueron viendo el proceso de vacunación en el país y en el resto del mundo. Al ver a conocidos y familiares vacunados y sin problemas, muchas personas fueron cambiando de opinión y ganaron confianza en las vacunas”, señaló Ludueña.
Dentro del 42% de la población argentina que aún está sin vacunar, se encuentran los niños, que aún no han formado parte del plan de vacunación. Aún no hay vacunas autorizadas para su uso en ese sector de la población en el país. Se está evaluando en la Comisión Nacional de Inmunizaciones cuál sería la vacuna indicada para los niños en función de la evidencia científica disponible.
Según dijo semanas atrás la Ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, en setiembre se conocerían los resultados de un estudio en Rusia sobre la aplicación de la Sputnik V para niños.
El martes pasado, la doctora Vizzotti, junto con la asesora presidencial Cecilia Nicolini, mantuvo una reunión virtual con investigadores y referentes del área de regulación médica de Emiratos Árabes Unidos, un país que autorizó el uso de emergencia de la vacuna de Sinopharm contra el Covid-19 en personas de 3 a 17 años.
“Si bien los niños, niñas y adolescentes por lo general presentan la enfermedad Covid-19 en forma leve, es clave avanzar en su protección individual que va a redundar en un beneficio indirecto en poblaciones de mayor edad que presentan más riesgo de complicaciones y muerte”, explicó la ministra.
Mientras tanto aún falta alcanzar a los 6 millones de adultos, y se están desarrollando diferentes estrategias para que den el consentimiento y acepten la aplicación de la vacuna. En Ciudad de Buenos Aires, el Ministerio de Salud, a cargo de Fernán Quirós, puso en marcha en julio el programa llamado “Efecto Mariposa” para vacunar a todas las personas en situación de calle y hay más recorridas en barrios comunitarios.
En provincia de Buenos Aires, el Ministerio de Salud, a cargo de Nicolás Kreplak, sumó el tren sanitario de Ferrocarriles Argentinos recientemente. La formación está compuesta por dos unidades; la primera contiene un vacunatorio y cuatro puestos para hisopados que son analizados en un laboratorio construido en el tren.
También días atrás la Ministra Vizzotti participó de un encuentro con el Consejo Nacional de Política Indígena. Se promovió la vacunación para la población de comunidades originarias que encontraban obstáculos para conseguir turnos y vacunarse.
Hoy vacunarse contra el COVID-19 es casi el acto más solidario del momento. Si una persona se vacuna de manera completa, reduce el riesgo de infección, complicaciones y muerte. Como la prevención no es igual a cero, igualmente tiene alguna chance de contagiarse, pero generalmente se desarrollan cuadros leves.
Sin embargo, esa persona vacunada que se infectó puede transmitir el coronavirus a sus seres queridos que aún no se han vacunado, quienes podrían desarrollar cuadros graves y morir. Es decir, la decisión de vacunarse protege al que acepta el inoculante y a su entorno más cercano.