Azúcares, sal, aditivos, grasas o calorías son solo algunas de las palabras que figuran en las etiquetas de los alimentos, pero ¿sabemos interpretarlas? Ahora, tres aplicaciones para móviles capaces de leer los códigos de barra de los envasados nos ayudan a desgranar su contenido y a conseguir una cesta más saludable. Yuka, El CoCo y My Real Food son apps de descarga y uso gratuito. La primera es francesa y las otras dos españolas. Entre las tres acumulan miles de descargas y compiten por hacerse un hueco en los supermercados con el fin de orientar al consumidor a llevar una dieta sana.
Sin embargo, aunque comparten algunos criterios, cada una se centra más en el valor nutricional, el grado de procesamiento o en los aditivos del alimento. "Somos como tres cuchillos distintos, con el de jamón no puedes pelar verdura ni con el pelaverdura puedes cortar pan", resume el dietista-nutricionista y biólogo Juan Revenga, de la 'app' El CoCo.
El CoCo
Esta aplicación llegó en marzo de este año impulsada por un grupo de nutricionistas representados ahora por Revenga, también profesor en la Universidad de San Jorge en Zaragoza, y está basada, como Yuka, en el análisis de ingredientes mediante el índice Nutriscore (un semáforo de colores) y, además, en el índice Nova. Este último mide de 1 a 4 el grado de procesamiento de un producto, siendo 4 la categoría de ultraprocesado.
El Coco, que significa "El Consumidor Consciente", tiene más de 250.000 descargas; no da nota al alimento y está en proceso de revisión para incorporar nuevos índices de análisis siempre con baremos científicos. "Perseguimos hacer personas más sabias ya que pocos saben interpretar etiquetas a veces confusas", apunta Revenga.
Yuka
Yuka fue la primera en aparecer, primero en Francia hace casi tres años y después en España el pasado mes de junio donde ya suma 1,5 millones de descargas de un total de 13,2 millones: los consumidores que la eligen lo hacen, sobre todo, porque las otras dos no analizan la presencia de aditivos, apunta la portavoz de la aplicación, Ophélia Bierschwale.
Esta 'app', que lleva una zanahoria como logotipo, da una nota a los productos -alimentos y cosméticos- del 0 al 100 en función de tres criterios: el 60% de la nota depende de la calidad nutritiva obtenida por el análisis de ingredientes por el método Nutriscore. Otro 30% está relacionado con los aditivos y su nivel de riesgo en función, dicen, de "estudios independientes" y datos de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, entre otros.
My Real Food
Los aditivos también son señalados por la tercera de las app, My Real Food, aunque no es su principal foco y no lo hace como Yuka, sino en función de si son inocuos o controvertidos: "Queremos dar información de que no todos los aditivos son iguales, aunque eso no determine el nivel de procesado de un alimento", señala el dietista-nutricionista Carlos Ríos, promotor de esta aplicación.
Impulsor del movimiento Realfooding, un estilo de vida basado en alimentos frescos, Ríos lanzó su aplicación el 1 de octubre y tiene más de 600.000 usuarios que pueden ver una clasificación de los productos en comida real (frescos), buen procesado y ultraprocesados (con mayoría de ingredientes no saludables). Utiliza para ello "una adaptación del sistema NOVA" y proporciona, además, información nutricional.
¿Riesgo de quimiofobia?
La quimiofobia - o miedo a la química- es una aversión irracional o prejuicio contra sustancias químicas o la química en general. Los aditivos y la etiqueta bio son los principales objetos de crítica que se hacen entre las apps. Revenga (El CoCo) considera, por ejemplo, que con la inclusión de los aditivos se fomenta la "quimiofobia".
Ríos también hace una crítica: Si pones el foco en los aditivos, como Yuka, la industria puede presentar unas magdalenas sin conservantes y colorantes pero ricas en azúcares "y tú te vas a creer que eso es bueno". Desde Yuka, Bierschwale se defiende: Aunque un aditivo cuente con la bendición de la normativa europea, no significa que no presente peligro para la salud, como el dióxido de titanio, un colorante que Francia prohibirá en 2020.