Ya dejó de ser una anomalía estadística esto de que Boca saca del medio a poco de arrancar el partido, y desde la desventaja en el marcador se obliga a nadar en DDL. Y anoche lo hizo dos veces, aunque en una el VAR anuló el primer gol de Coronel por esas cosas de la “interpretación arbitral”. En fin... El asunto es que ni zafando de un gol en contra el equipo se despabiló, en esta costumbre que tiene el equipo de Martínez de pegarse tiros en los pies, porque al ratito, ahora sí, estaba perdiendo de nuevo, pero esta vez en serio.
Tampoco es una anomalía estadística lo que se desploma la prestación del equipo cuando le faltan dos o tres titulares: señal que debajo de Zenón, de Cavani, de Rojo, hay petróleo. La distancia entre los titulares y los ocasionales suplentes es sideral, mucho más con los futbolistas borrados en las elecciones del DT, la “clase media” de la que tanto hablaba Jorge Valdano en la época de Los Galácticos del Real Madrid en Boca no existe. ¿Dónde están los Bullaude, los Janson, los Ramírez, los Campuzano, los Briasco, que tendrían que dar la cara en ausencia de las estrellas? En su lugar (y en ausencia de Valentini, colgado por obra y gracia del Consejo) aparece Di Lollo fuera de posición (es primer central y DM lo mandó a la izquierda de Figal). Aparece Delgado (18 años, debut de titular, un chiquito de 1,66 puesto a batallar en la zona caliente). Aparece Langoni por Cavani (jugó bien Langosta, por ganas, por actitud). Aparece Fabra puesto a jugar de Zenón, y el colombiano juega cada vez peor (¿tan mal está Taborda? Y Saralegui, que casi siempre juega bien, fue suplente... El famoso “gran plantel”, apenas un mito...
El resultado fue un primer tiempo que no llega al mínimo de rendimiento exigible para un club como Boca, en todas sus prestaciones: individuales, colectivas, tácticas, estratégicas. Atlético Tucumán le ganó la batalla del medio y con pelotas a espaldas de los centrales lo complicó las veces que se lo propuso. El gol anulado (pase desde el piso de Infante, llegada al vacío de Coronel, rebote y toque de Tesuri) fue así. También el gol que valió. Un muy cómodo Pereyra metió un pase filtrado a Infante, que dejó pagando a Advíncula y metió un puñal (Figal, Di Lollo ausentes, Equi corriendo de atrás) para la llegada de Coronel, y ahora sí los tucumanos se fueron al frente.
Un Boca desdibujado y sin otro libreto que el pase a Blanco para que desbordara siguió padeciendo. Apenas llegó con un tiro alto de Langoni, mientras que Chiquito tuvo que aparecer otras dos veces para impedir otro gol de Atlético, para lo que había hecho méritos...
Como sucedió en otras noches, Boca se acomodó mejor en el segundo tiempo, señal que las lecturas del DT necesitan correcciones sobre la marcha. Ayudó el ingreso de Saralegui y que ATU perdió nafta en la presión y el partido fue yendo hacia Boca. El segundo gol que Atlético no convirtió empezó a tener peso.
Boca no generó gran cantidad de situaciones, pero con la presión lo fue metiendo al local atrás y por insistencia nomás las chances empezaron a aparecer: una chilena de Figal pudo ser el 1-1 y Durso salvó ante un cabezazo a quemarropa de Janson (gran pase de Saralegui), aunque en la primera contra de la noche casi factura Tesuri tras tremendo pase de Pereyra.
Haciendo las cuentas en la caja, Boca se llevó demasiado poco de Tucumán, pero también poco fue lo que dejó en el paño. Acaso ese tiro de Advíncula que pegó en el culo de Infante debió haber sido el empate. O el tiro de Merentiel que salvó Durso. Pero no hay mucha diferencia entre perder o empatar. Boca volvió a dejar una imagen desdibujada, no se entiende por qué empieza tan mal, por qué necesita arrancar perdiendo para reaccionar, por que sigue dejando puntos en el camino ante rivales que se le agrandan, que sin tener su categoría le juegan de igual a igual, le ganan de prepo y le copan la parada.