La derrota dejó mucha bronca en Boca. Por varias razones. Por la actuación del equipo en primera instancia, también por el arbitraje de Andrés Merlos y por otro superclásico perdido, el segundo del año. Y en ese marco, mientras Jorge Almirón hablaba en conferencia, se dio una situación particular, que no sucede siempre: Juan Román Riquelme bajó de su palco y, con cara de pocos amigos, entró en el vestuario local.
Cuentan quienes lo vieron que el vice estaba con mucha bronca. Pero por lo pronto, está claro que no es algo habitual y que se da justo en un escenario especial, por otra derrota superclásica y por la cercanía de la revancha de la semi, ante Palmeiras.
Con los jugadores y con Almirón
Según reveló Olé, Román tomó esa iniciativa para charlar con los jugadores, todo esto con Almirón en la conferencia de prensa. Y luego, cuando el técnico volvió para el vestuario, también estuvo dialogando un rato con él.
Si bien el tono de la charla fue cordial y el mensaje que bajó el vice tuvo que ver con la importancia del partido del jueves respecto del clásico perdido, queda claro que -sin la Copa por delante- la situación sería límite.
Es un secreto a voces que Riquelme no está muy conforme con cómo Almirón viene llevando el andar de Boca en este tramo tan decisivo. Que los constantes cambios del DT y el funcionamiento del equipo, es algo que lo tiene preocupado. Incluso, en sus últimas declaraciones, ensayó una crítica en ese sentido. "Siempre se puede jugar mejor", dijo más de una vez.
Antecedentes: Gimnasia y Godoy Cruz
Cada vez que Riquelme, en el marco de un golpe duro, toma una decisión así, se recuerda el antecedente de aquella derrota con Gimnasia, en noviembre del 2021, también en la Bombonera. Aquella vez bajó del micro al plantel (ya estaban en el bus que los llevaba a la concentración), lo citó en el vestuario para charlar sin autorización de Sebastián Battaglia, entonces DT, y eso terminó resquebrajando la relación con el entrenador.
Después, también con Almirón, se dio otra situación similar. Tras el 0-4 ante Godoy Cruz en Mendoza, una goleada así de dura que no sufría hacía siete años, el vice esperó de madrugada que los jugadores volvieran de esa provincia y tuvo una dura charla con ellos.
En esa ocasión, también preocupado por el nivel y la actitud del equipo, tuvo una reunión que se dio entre las 4 y las 5 de la mañana en el predio de Ezeiza y que incluyó no solamente a los jugadores, sino también a Jorge Almirón y su cuerpo técnico.
Charlas con resultados
En ambos antecedentes, ya sea por causa de la motivación, de haber recogido el guante de la reprimenda o tal vez hasta de la casualidad, el resultado siempre fue positivo: tras la situación vivida con Battaglia, Boca ganó la semifinal de la Copa Argentina ante Argentinos Juniors y luego fue campeón de ese certamen.
Y luego de la madrugada del regreso desde Mendoza, el ciclo Almirón revivió y tuvo su mejor etapa: con 12 partidos sin perder, la clasificación a semifinales de la presente Copa Libertadores y hasta momentos en que el equipo pareció encontrar una identidad. Pero no es eterno -parece- el resultado de las charlas, porque Boca volvió a caer en un pozo de resultados y rendimientos.
Reunión que busca (y necesita) un efecto positivo
Esta vez, las charlas fueron por separado y en el vestuario local. Y fue un hecho que, tras el 0-2 ante River, sin dudas que tiene su propio peso. Sobre todo, porque el jueves Boca se juega todo en la revancha con Palmeiras. Una victoria, un pasaje a la final luego de cinco años, correrá de escena esta derrota y hasta este episodio. Pero mientras tanto, el 10 marcó la cancha con su presencia en el vestuario.