Se la picó. Sí, se la picó. Histórico por donde se lo mire. Marruecos metió un batacazo tremendo dejando afuera a España en la definición por penales con un Hakimi que decidió picar la pelota, darle belleza a un partido trabado y poco jugado. Un equipo español que empezó como candidatazo y terminó sufriendo de punta a punta este duelo de octavos. Y una selección marroquí que ejecutó su plan a la perfección, se animó incluso a atacarlo y terminó con Bono modo Goyco en los 90 y con ese lujo de Hakimi que lo convertirá definitivamente en leyenda.
¿Por qué no lo pudo ganar España?
¿Por dónde entrarle al partido? O mejor preguntarse, ¿por dónde debía entrarle España a un esquema esperado de Marruecos pero no por eso menos eficaz? La disciplina táctica de Marruecos tiene su valor porque no se despegó de su idea: la línea de fondo y la línea de medio retrasada, pero puntualmente muy juntas. Nunca quedaba el equipo largo, siempre se movía cortito en bloque siguiendo el juego lateral de los españoles.
Luis Enrique viene haciendo un reclamo por un juego más ofensivo y es su lucha. Ahora bien, a veces con las intenciones no alcanzan. Porque su equipo se la pasó en la frontera entre la pacencia y la intrascendencia. Lateral al central, central al central, central a lateral y volver a empezar. No importan los nombres, en este caso se analiza la falta de jugadores que al menos buscaran pasar el primer bloqueo marroquí de forma más vertical. Con un pase profundo, un toque y devolución hacia adelante. Pedri y Gavi se enredaban corriendo hacia los costados con toda la intensión de ser pase pero nunca con la rebeldía de ir tomar la pelota. Y todo se disputaba bajo el abucheo ensordecedor de casi 30 mil hinchas africanos cada vez que tenían la pelota los españoles.
Porqué lo pudo ganar Marruecos
Pero quizá el problema mayor para los españoles fue que Marruecos, cuando recuperaba la pelota, no abusaba del pelotazo. Al contrario, mostraba buen pie y todo ese andiamaje defensivo se transformaba en salidas limpias. Boufal, pegado sobre la izquierda, jugaba arriba de la pelota ante la mirada confundido de Llorente. Por el otro lado del ataque, era Ziyech el que obligaba a Jordi Alba a no proyectarse. Pero el cerebro de los marroquíes fue Ounahi, que con un andar y manejo finísimo, ganaba espacio, aire e incluso generaba peligro. Porque en definitiva, las dos llegadas más peligrosas del primer tiempo fueron para los africanos.
En el vestuario no logró hacer el click. La entrada de Morata y de Williams, especialmente de este último, le dieron un empujón inevitable. Las piernas de los marroquíes ya no respondían como antes, pero mientras a España no se le cayera una idea, no había sensación de gol para nada. Los minutos pasaban pero la disciplina táctica y los tremendos abucheos cada vez que tocaba la pelota un español se repetían.
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Apenas un cabezazo de Morata sonó a muy poco y resultó siendo nada. Mientras el show de Ounahi manejando la pelota y buscando una contra épica fueron llevando la historia al suplementario. Y si no lo supieron ganar en los 90, casi que terminaron haciendo todo para perderlo en los 120. Porque los marroquíes advirtieron que la desesperación rival les abría una puerta aunque se encontró con el arquero Simon, que cuando no sobra la situación con los pies, ataja bien. Ese mano a mano daba la señal de que realmente, el rendimiento estratégico de Marruecos cumplía su objetivo. Recién faltando diez se desarmó un poco con el cansancio lógico y las búsquedas individuales de lograr la heroica no faltaron con un agónico derechazo de Sarabia que literalmente enmudeció al Education City Stadium.
Los penales tuvieron su propia historia. La que terminó Hakimi picando la bocha pero la que tuvo en el arquero un héroe nacional. Bono atajó con la despreocupación con la que juega, suelto, libre, sin prejuicios para intentar una gambeta, para arriesgar en la salida. Destinados a a mandar a casa a un campeón del mundo, a devolverle a los miles y miles de marroquíes en cancha una gran alegría y, nada más ni nada menos, para hacer historia grande en una Copa del Mundo.