Jugar con la amenaza de ir a hacer la valija para irse para casa es una presión. Presión que los equipos que buscan continuar en un Mundial deben superar. Uruguay lo sabía y salió con la decisión que le faltó en los primeros dos partidos de la Copa pero con el 2-0 se quedó sin nafta. Justo en Qatar, le faltó el combustible que sobra como para aprovechar los espacios libres que dejaba Ghana. Metió el tanque de reserva recién al final cuando se dio cuenta que Corea del Sur sorprendía a un suplente Portugal. Y ahí la presión ya nubló las ideas, el tiempo no le fue suficiente y por más garra que le puso, se va del Mundial. Le faltó nada más que un gol. O mejor dicho, nada menos que un gol.
La Celeste entendió por dónde venía la historia del día. Con De Arrascaeta haciéndose dueño de la conducción, repartiendo juego mientras Valverde recuperaba y recuperaba, tenía a Suárez encendido, en versión Lucho. Así y todo, debió sufrir con un penal infantil de Rochet tras dar un rebote innecesario. Pero una vez que el arquero enmendó su error, los planeatas parecían alinearse.
Una, dos, tres. Las llegadas no eran totalmente claras pero eran llegadas al fin. Una mediavuelta de Suárez y un rebote que el 10, que no se entiende por qué no jugó de titular siempre, resolviera los primeros miedos. Al toque nomás, jugada colectiva y golazo nuevamente de De Arrascaeta.
Faltaba una hora de partido. Sesenta minutos para no depender de nadie o, al menos, depender menos. Por más que Portugal le estuviera ganando a Corea, sabían que CR7 y compañía no pusieron a todos los titulares. Y lo que no puede pasar, en el fútbol pasa. Mientras los coreanos lo levantaban, Uruguay puso todas las fichas en una contra. No quiso, no supo, no pudo mantener ese ritmo de control de juego, de protagonismo.
Y no se trata de garra, que este grupo siempre la tuvo. Las herramientas o las decisiones que puso en cancha mostraron una selección conforme con lo que tenía. Más allá de dos jugadas polémicas en las que pidieron penal, recién dejaron el abúlico segundo tiempo cuando se enteraron que Corea ganaba. Las cuentas pedían a gritos un gol para seguir en Qatar y tendrían tres o cuatro contras como para conseguirlo. Pero tomaron siempre malas decisiones. Los grandes, los chicos, los que tienen más experiencia, los que no tienen tanta. Si atacan 4 y defienden 3, no podés dejar de aprovecharlo. Y si no lo hacés, pasa lo que pasó.
Uruguay se quedó con la bronca atragantada y con el triunfo más feo de su historia. Una victoria que le quedó corta porque le quedó corta su ambición por más. Por la presión, por falta de respuestas colectivas e individuales, por incluso decisiones quizás tácticas. El tren para octavos lo estaba esperando y no se supo subir.