Del pibe al que Mauricio Macri quería en Boca y terminó en River saliendo campeón, al que se fue y volvió a dar una mano en el peor momento de la historia. Del que dejó sangre (uno de sus shorts teñido de rojo puede dar fe), sudor y lágrimas para dejar al club en el lugar del que nunca debió irse a la versión Argentina de Tom Hanks en Náufrago sólo que sin Wilson: la pelota la veía desde afuera. Del que sin lugar apoyó al grupo y prefirió quedarse a pelear antes que hacer la fácil de buscar otro destino al que rápidamente empezó a ser pieza clave en el ciclo más ganador de toda la historia.
Del que brilló y les sacó filo a los botines en los cruces internacionales contra Boca al que heredó la cinta con la que Cavenaghi y Barovero levantaron la primera Copa Libertadores de esta era. Del que bancó en las bravas, bajó una línea de conducta dentro y fuera de la cancha, al capitán que respondió siempre en la cancha. Del líder al que no se le cayó ningún anillo para salir en la final más importante de todos los tiempos al que levantó la Copa eterna.
Del barro a la gloria y de Madryn a Madrid, Leonardo Ponzio se transformó en la última década en sinónimo de River, en la cara que representó los años más intensos de estos 121 que lleva el club, que incluyeron el paso por ese infierno futbolístico que representó aquella espinosa B Nacional y también la conquista de lo que nadie se había siquiera animado a soñar jamás.
Este miércoles a la noche todos esos momentos, todas las historias de esta película que dejó al León como el futbolista más ganador de la vida de River, confluyen en el estadio Monumental. Con los amigos y compañeros de batallas que pasaron por su carrera, con los que lo ayudaron en una cancha de fútbol y con la gente, esa hinchada que cantó y cantará que a “Leo Ponzio nunca lo vamo a olvidar, olé olé, olé olé olá”.
Los hinchas, los que hace poco más de un año lo incluyeron en la nueva bandera de los más grandes de todos los tiempos junto a Gallardo, Alonso, Ortega, Amadeo, Labruna, Francescoli y Ramón irán a agradecerle al 23 por esta década de alegrías. Y es que Ponzio es una de las banderas de este ciclo: su sociedad con Gallardo ha sido la más exitosa de la historia. Con el Muñeco se entendieron de memoria desde un comienzo en el plano futbolístico pero sobre todo en el manejo de grupo, una posta que hoy tomaron Pinola, Enzo Pérez y Armani y que evidenciaron, por caso, el domingo pasado en la arenga posterior a la victoria contra San Lorenzo.
Gallardo y el León fueron los líderes de esa manada. Y por eso Ponzio este miércoles no se despide de River, en ningún sentido. Primero, porque su legado ya quedó para siempre en el Museo y en la memoria del imaginario riverplatense. Y segundo porque, literalmente, no se va a ningún lado: más temprano que tarde, LP volverá a ser parte de la estructura del CARP.
La idea de la dirigencia es que tanto él como un Javier Pinola que por ahora no colgará los botines sean lazos genéticos para este ciclo, incluso pensando en un futuro en el que ya no esté el propio Gallardo. Eso fue lo que hablaron el año pasado, con la idea de que el 23 tenga un lugar en la Secretaría al lado de Francescoli (y que Pinola, deté recibido, haga un trabajo de campo): después del Mundial se retomarán esas conversaciones que terminarán acercando una vez más al capitán a Núñez.
Ya pasada una etapa de asados en el campo en la que se dio el gusto de jugar algunos partidos en Williams Kemmis, su club de Las Rosas, Ponzio entrará en una etapa de preparación para asumir una tarea en la que se sienta cómodo. Así como se preparó, también, para este partido homenaje: hizo con los médicos de River la recuperación de su rotura de ligamentos cruzados de la rodilla derecha, tuvo una rutina de entrenamientos de gimnasio, salió a correr, jugó al pádel, al polo, se siguió cuidando en las comidas como si estuviera aún en actividad.
Y es que nunca se fue. Y nunca se va a ir. Es, para siempre, el capitán eterno de River.
El cronograma de la despedida
Las puertas del estadio se abrirán a partir de las 18 y los primeros en llegar serán recibidos por un show de DJ. 18:30 llegará el momento del freestyle, los primeros regalos y mucho entretenimiento. Dos horas después, desde las 20:30, comenzará lo mejor del evento con la conducción de Matías Martin. Las estrellas saldrán a la cancha a las 21 y en el post partido, Leo agarrará el micrófono para hablarle a los hinchas y a todo el mundo de River, antes de un cierre que promete varias sorpresas.