Quiénes están detrás de la compra millonaria del Newcastle
El equipo de la Premier League pasó a ser controlado por el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita.
Desde el jueves pasado, cuando se conoció que por fin se concretó la operación de la compra de la mayoría del paquete accionario del Newcastle por parte de un fondo árabe saudí por alrededor de 350 millones de euros, los hinchas de “Las Urracas” salieron a festejar su euforia por los alrededores del estadio Saint Jame’s Park.
Sin importar todas las polémicas que giran alrededor de esta operación que encierra dudas desde la competitividad de la liga inglesa, así como alteraciones en la puja de poder entre Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, con el fútbol como uno de los tantos intereses en disputa.
El opulento París Saint Germain, que le arrebató al Barcelona a Neymar y a Lionel Messi, es controlado desde 2011 por el fondo qatarí de Nasser Al-Khelaifi, quien también maneja los hilos de la poderosa cadena BeInSports; el Manchester City es propiedad de la familia Zayed Al-Nayhan, dueña del Abu Dhabi Group, vinculado a Emiratos Árabes Unidos y con clubes en todos los continentes.
Ahora se suma al ruedo el príncipe heredero del reino de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman bin Abdulaziz Al-Saud a través del Fondo de Inversión Pública (PIF) de su país, lo que representa una amenaza a la competitividad desde el próximo mercado de pases de diciembre.
También en 2020, la Premier League dio luz verde para el ingreso de un fondo árabe en el Sheffield United, adquirido por el príncipe Abdullah bin Abdulaziz bin Mosaad Al Saud, que le compró el 50 por ciento de las acciones de Blades Leisure LTD para asociarse con el antiguo propietario del club, Kevin Mc Cabe.
El PIF, del que es presidente el príncipe heredero árabe-saudí Mohammed bin Salman- dueño de una fortuna calculada en 320.000 millones de euros-, adquirió el 80 por ciento de las acciones del Newcastle en una operación de alrededor de los 350 millones de euros, en tanto que el otro 20 por ciento se dividirá en partes iguales entre PCP Capital Partners, de la multimillonaria Amanda Staveley, y la empresa Reuben Brothers.
Lejos de los tiempos de uno de los máximos goleadores de la Premier League de todos los tiempos, Alan Shearer, el Newcastle sólo había logrado clasificarse una vez a los torneos europeos en los últimos catorce años y a diferencia de otras inversiones de su anterior dueño en Disney (unos 900 millones), Live Nation y Carnival Cruiselines, la empresa que manejó el club hasta esta semana, registró pérdidas por 30 millones de euros en 2020.
Hacía varios meses que el PIF venía tratando de adquirir el paquete accionario de Newcastle y el poblema que enfrenta es que no parece interesar demasiado a los hinchas, ilusionados con fichajes rimbombantes y títulos que cambien la historia de los últimos años: la relación entre Mohammed bin Salman y el asesinato del periodista Jamal Kashoggi, cuyo cadáver habría sido despedazado luego de que su último paso fuera por la embajada saudí en Estambul.
El Newcastle se sumaría a los clubes involucrados en lo que se describió como “doping financiero”, por el que Manchester City o el PSG reciben solapados fondos ilimitados por parte de los Estados vinculados con la administración de las empresas que controlan sus capitales, y que viene motivando quejas de distintas personalidades del ambiente del fútbol, como el titular de la Liga Española (LPF), Javier Tebas, o los dirigentes del Bayern Munich.
“La casa real está utilizando el poder blando del fútbol, que tiene un atractivo global para tratar de cambiar la narrativa en torno a Arabia Saudita” -explicó a “Foriegn Policy” Kristian Ulrischen, experta en asuntos del Golfo del Instituto Baker de la Rice University-.
Ahora se habla del país por algo que no es Yemen, derechos humanos o Kashoggi” y confirmó el estrecho vínculo entre Riad y el fondo PIF, que, de hecho, “es la parte más significativa del Estado, porque es el medio que usa Mohammed bin Salman para implementar su visión y convertirla en realidad”.
En Inglaterra, la mayor referencia negativa de la operación de compra del Newcastle por parte de Mohammed bin Salman –conocido como MBS- pasa justamente por el asunto Kashoggi. The Telegraph afirmó que “ni Qatar ni los Emiratos han autorizado jamás el asesinato y el desmembramiento de un periodista”.
The Guardian directamente calificó a Arabia Saudita como “Estado asesino” y al uso del deporte “como vehículo para el reciclaje internacional de la imagen”, mientras que The Times fue más pragmático y se preguntó por qué un equipo de fútbol debería estar sujeto a valores morales cuando el país al que pertenece “comercia armas con los sauditas por 10 mil millones de euros al año”.
Además, sostuvo que “es por eso que desde la política no hay una cruzada anti saudí ni desde los laboristas ni desde los tories, sino sólo pedidos genéricos de intervención de organismos independientes del mundo del fútbol, como una forma elegante de eludir el asunto”.
Según la Organizaciones de Naciones Unidas (ONU), Kashoggi –periodista opositor- fue asesinado por orden del reino wahabita. “En lugar de permitir a aquellos implicados en la violación de los derechos humanos entrar en el fútbol sólo porque tienen dinero, instamos a la Premier League a que cambie sus políticas de dueños y presidentes”, llegó a sostener Amnistía Internacional, que hizo referencia al “terrible historial” en la materia, por parte de Arabia Saudita.
El otro punto conflictivo de la compra del Newcastle por parte de los capitales árabes-saudíes es el del bloqueo que por meses llevó a cabo la compañía qatarí BeInSports Media Group, poseedora de los derechos de emisión de la Premier League inglesa en Oriente Medio, que llegó a enviarle a los otros diecinueve equipos del torneo y a su director ejecutivo, Richard Masters, una carta firmada por su director ejecutivo, Yousef Al-Obaidly.
En ella explicaba la necesidad de evitar la operación al acusar a Arabia Saudita de dar sustento a una red de piratería que desviaba su señal de transmisión y que violaba un contrato por tres años con la Premier League por el que pagó 500 millones de dólares, el segundo más grande acuerdo internacional vinculado al torneo inglés.
Qatar y Arabia vienen protagonizando una disputa diplomática con momentos de mayor tensión política en Oriente Medio, aunque el pico fue en 2017 cuando Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos (EUA), secundados por Bahrein y Egipto, cortaron relaciones con Qatar, al que acusaban de financiar el terrorismo vinculado con el integrismo islamista, algo negado por la contraparte, que de todos modos sufrió un golpe económico y salió a buscar nuevos socios.
Nuevos socios como Turquía o Irán, grandes adversarios del polo que acerca a Estados Unidos y el reino saudí. De hecho, Qatar llegó a presentar una queja de que Arabia Saudita estaba bloqueando su participación en la organización Mundial de Comercio (OMC).
La operación de piratería en Arabia Saudita contra BeInSports se la conoció como “beoutQ” y para muchos investigadores independientes se trató de la más grande de la historia del deporte, porque englobó a los acontecimientos de distintas disciplinas llevados a cabo en todo el mundo debido al poderío de la cadena, que es habitual compradora de derechos de transmisión.
Según esta operativa, que fue el motivo de queja de BeInSports a la Premier League para bloquear la compra del Newcastle, las transmisiones de la cadena qatarí habrían pasado a través de Arabsat, un operador satelital regional del que Arabia Saudita es la mayor inversora, y la imagen de cada acontecimiento deportivo llegaba con un logotipo con el lema “beoutQ”.
“¿Por qué esto es importante? El potencial comprador del Newcastle Unitred no sólo ha causado un gran daño a los ingresos comerciales de su club y de la Premier League sino que el legado del servicio ilegal continuará impactando en el futuro”, manifestó Al-Obaidly en el texto remitido a los clubes de la Premier League inglesa.
Según el New York Times, una investigación de FIFA, dos de sus confederaciones y un grupo de las principales ligas europeas, incluida la Premier League, concluyó que Arabsat desempeñó un papel clave en la operación de piratería y los esfuerzos para litigar contra la operación fracasaron cuando las firmas de abogados en Arabia Saudita se negaron a representar a las organizaciones afectadas, que llegaron a intentar reclamar hasta por mil millones de euros.
No fue casual que la operación de la compra del Newscastle a Mike Ashley pudo concretarse apenas días después de que Arabia Saudita decidiera dejar de bloquear las transmisiones de BeInSports, aunque para esto fue fundamental la participación de Amanda Staveley, socia con el diez por ciento de las acciones junto con el PIF, el fondo soberano árabe saudí que tiene acciones en Disney, Facebook, British Petroleum (BP) y en el Bank of América.
Staveley ya había jugado un papel fundamental para que las familias reales de Qatar o Abu Dhabi invirtieran en Barclays, y su compañía, PCP Capital Partners, también había ayudado al jeque Mansour a comprar en su momento el Manchester City.
“El Newcastle es una joya fantástica que necesita pulirse“, viene afirmando Staveley desde hace cuatro años, cuando quedó cautivada al ir al Saint Jame’s Park a ver cómo el equipo local, dirigido por Rafa Benítez, empataba 1-1 ante el Liverpool. “Me enamoré locamente”, admitió.
En ese momento, ella y su esposo, Mehrdad Ghodoussi exploraban la idea de conformar un consorcio para comprar un club de fútbol. “Miramos al Liverpool pero no funcionó, pero luego de este partido en Saint Jame’s Park fui a ver a nuestros amigos de PIF y les dije que éste era el único club que debíamos adquirir”.
Staveley fue fundamental para acercar a qataríes, Premier League y árabes saudíes para que el pasado jueves por la tarde regresara a Tyneside y se brindara por el acuerdo final junto con su colega Jamie Reuben y con una historia particular: sus abuelos iraquíes huyeron de Bagdad hacia la India en 1950 cuando se intensificó la persecución de judíos en el Medio Oriente. Ahora se convertirá en una figura clave en el Newcastle.
“El fútbol incluye a todos. Entiendo y aprecio todos los mensajes sobre derechos humanos y los tratamos con mucha seriedad –insiste Staveley-, pero no incorporaría socios al consorcio si no tuvieran un historial adecuado y el PIF es autónomo e independiente del gobierno saudí. Es el dueño del Newcastle, no del estado saudí”, aclaró.
Todo eso en medio de las dudas que genera otro club que pueda estar posiblemente ligado a solapados fondos estatales en la Premier League y rompa la competitividad en Inglaterra. Ya se habla de una inversión del PIF no sólo en fútbol sino cientos de millones de libras en proyectos de regeneración en todo el noreste londinense, y como presidente no ejecutivo del club quedará Yasir Al-Rumayyan, administrador del PIF.
El PIF toma al Newcastle cuando se ubica en la anteúltima posición en la tabla de la Premier League, cuando hay tres descensos a la Championship (Segunda) aunque apenas se disputaron siete fechas y quedan treinta y una en juego, y ya los medios especulan con fichajes de renombre para el próximo mercado invernal de diciembre.
“Estaremos en el mercado para traer jugadores de clase mundial, pero necesitamos la infraestructura adecuada, lo que significa campo de entrenamiento en condiciones, instalaciones médicas y hasta un poco más de amor para el estadio (con capacidad para 52.000 personas)”, advirtió la dirigente, que hasta dio a entender que se podría tirar abajo el actual campo de entrenamiento, al que calificó como “horrible”.
Staveley aclaró que el PIF “tiene una gran ambición, pero se trata de una inversión a largo plazo. Para llegar a la cima de la Premier League no sólo se necesitan grandes jugadores, sino cimientos sólidos y tenemos que construirlos. Se necesitan divisiones inferiores fuertes. Nosotros queremos ver a muchos chicos locales con nuestra camiseta”.
La dirigente también busca tranquilizar el ambiente que ya habla de la salida del actual entrenador del equipo Steve Bruce, que a su vez pidió una oportunidad a los nuevos dueños, cuando el domingo llegará el Tottenham Hotspur al estadio de Saint Jame’s Park. Mientras tanto, no perdió el tiempo y ya ofreció el cargo de embajadores a dos estrellas históricas como Kevin Keegan y Alan Shearer, así como se comunicó por teléfono con el capitán del equipo, Jamaal Lascelles.
Staveley admite que aunque vaya a tener un asiento en el palco, no puede ver los partidos sentada y en cambio, tiene rituales como correr en la zona o saltar en determinadas situaciones en los partidos. “No sé cómo voy a reaccionar ahora –cuenta- y revela que “no puedo ver al Newcastle por televisión, me pongo muy nerviosa”.
Según un relevamiento, el 93 por ciento de los hinchas del Newcastle apoya la operación, aunque las preguntas más complicadas que formulan giran en torno del historial en derechos humanos de Arabia Saudita o del lavado de dinero en el deporte (Sportwashing), pero aprueban la salida del anterior dueño del club, Mike Ashley, y de su compañía “Saint Jame’s Holdings Limited”.
Pero MBS también tiene una mancha en su trayectoria y es que un informe de inteligencia de los Estados Unidos lo implica en el asesinato de Khashooggi en 2018 cuando ingresó a la embajada saudí en Estambul para un trámite mientras su novia lo esperaba afuera, pero nunca más salió y su cuerpo no volvió a aparecer. La BBC dice que el reporte del presidente Joe Biden sostiene que el príncipe aprobó un plan “para capturarlo o matarlo”.
De hecho, la viuda de Khashoggi, Hatice Cengiz, condenó la venta del Newcastle cuando apareció la primera versión de la posible operación en abril de 2020, luego postergada hasta la semana pasada. “Arruinaría la buena reputación de la Premier League, ya que esta adquisición repararía la posición de las autoridades saudíes en el panorama internacional”, sostuvo en una carta enviada a la entidad que organiza el torneo inglés.
MBS asumió el poder en Arabia Saudita en junio de 2017 y fue aclamado por un sector como un posible reformador. De 36 años, fue tomando el control del poder debido al mal estado de salud de su padre, Salman, de 84 años, y es conocido por gastar fortunas y darse todo tipo de lujos.
En 2015 compró el Chateau Louis XIV en las afueras de París, la vivienda más cara del planeta (230 millones de euros), un castillo que cuenta con tres piletas, 30 habitaciones, un spa, cine, discoteca, dos viñedos y el único acuario subterráneo privado de Europa.
También adquirió el cuarto yate más caro del mundo, al que rebautizó como “Serene”, y por el que pagó 485 millones de euros y cuenta con 133 metros de eslora y dispone de pileta, teatro, rocódromo, helipuerto y hasta un garaje en el que puede guardar hasta un submarino. Pero su mayor ostentación es el cuadro más caro de la historia, desde que en 2017 adquirió el “Salvatore Mundi”, de Leonardo Da Vinci, por 389 millones de euros y lo trasladó al yate.
Se le atribuye, entre sus muchos excesos, una fiesta sin límite en una isla privada en Maldivas en 2015 a la que habría trasladado a 150 mujeres procedentes de Brasil y Rusia a las que previamente sometió a un examen médico para descartar enfermedades de transmisión sexual, y para la que contrató artistas como el rapero Pitbull, el DJ Afrojacko o al famoso Psy (Gangnam Style)..
Quien investigó a fondo a MBS es el periodista Ben Hubbart en su libro “El ascenso al poder de Mohammed bin Salman” en el que aparecen escalofriantes detalles, como el arresto en Riad de altos miembros de la familia real, parientes cercanos suyos como un tío y un primo, Mohammed bin Nayef, el anterior príncipe heredero y favorito de Estados Unidos y de Reino Unido por su papel como jefe antiterrorista tras el 11 de septiembre y a quien reemplazó en 2017.
Es el sexto hijo del rey Salman y siempre se diferenció de los miembros más sofisticados de la dinastía Al Saud: no había servido en el ejército, su inglés era pobre y se educó solo. Hubbart da cuenta en el libro de su estilo maquiavélico y de sus grandes ambiciones, como por ejemplo la guerra continua lanzada en Yemen cuando era ministro de Defensa, el secuestro y la renuncia forzada del primer ministro libanés Saad Hariri y la anunciada “Visión 2030″ para la transformación de la economía saudita muy dependiente del petróleo o permitir que las mujeres conduzcan por primera vez.
Hubbart realizó decenas de entrevistas para su libro y así pudo reconstruir la detención en el hotel Ritz Carlton en Riad de 350 príncipes y empresarios pero ni siquiera el entorno lujoso habría podido impedir la intimidación o la tortura. MBS lo calificó como una batalla contra la corrupción y fue respaldado en Twitter por el ex presidente de los Estados Unidos Donald Trump. En esa redada “consiguió” 86.000 millones de euros para su causa.
En otro capítulo del libro, Hubbart describe con precisión la gira de tres semanas de MBS por los Estados Unidos en 2018 en la que se codeó con ejecutivos de Silicon Valley, incluido el titular de Amazon, Jeff Bezos y de hecho, Saud A-Qahtani, el jefe de gabinete del príncipe heredero y considerado jefe del siniestro grupo de “intervención rápida”, es sindicado como el autor intelectual de una campaña de vigilancia digital.
A la espera de lo que pueda ocurrir a partir de ahora en la Premier League, los clubes ingleses, con temor a que se infle el mercado de pases y salarios, convocaron a una reunión de emergencia para la semana próxima para considerar los pasos a seguir, con la idea de que la marca del torneo fue dañada con esta operación.
Los clubes recibieron la comunicación de la compra del Newcastle por el consorcio árabe saudita PIF el pasado jueves a las 17,18, cuando les llegó un texto por correo electrónico que decía que el acuerdo estaba cerrado y que la Premier League recibía “garantías legalmente vinculantes de que el Reino Unido de Arabia Saudita no controlará el Newcastle United”.
La compra del Newcastle también provocó reacciones políticas. El partido laborista, si bien argumenta que el acuerdo “molestará a muchos fanáticos”, no pidió que se detenga, y en cambio, exige un nuevo sistema de regulación “lo antes posible” probablemente basado en la actual revisión de la gobernanza del fútbol a cargo de la ex ministra de Deportes Tracey Crouch.
Pero Downing Street y el Departamento de Cultura, Medios y Deportes del gobierno de Boris Johnson mantuvieron un enfoque deliberadamente no intervencionista e insisten en que en todo caso, es un asunto de la Premier League y que dado que el Reino Unido comercia con Arabia Saudita, sería anómalo prohibir la compra de un paquete accionario de un club de fútbol.
Mientras los hinchas de las “Urracas” esperan ilusionados un cambio de rumbo y la prensa especula con las estrellas que vendrán en los mercados que vienen, ya se habla del próximo 18 de diciembre, cuando el nuevo Newcastle se enfrente al Manchester City, en lo que se avecina como un futuro choque de potencias.
“¿No vendría mal un Montevideo City Newcastle, no?”, se preguntó en estas horas en Twitter el experimentado periodista uruguayo Jorge Savia, jugando con el futuro acerca de la chance de que en el fútbol de su país haya otro equipo que forme parte de un grupo internacional, como el de Montevideo City Torque, fundado en 2007 y ya una década después se convirtió en sociedad anónima y fue adquirido por el City Group, que también cuenta con el New York City, el Melbourne City, el Girona FC y el Yokohama Marinos de Japón.