Corrían 12 minutos del duelo entre Fluminense y River, por el Grupo D de la Copa Libertadores. Rafael Santos Borré fue a buscar un balón largo al área, con la fe habitual, aunque todo indicaba que no iba a llegar a darle alcance, al menos con comodidad. Y Marcos, el arquero local, salió apurado, sin mucho concepto, y no llegó a anticiparlo. De hecho, terminó derrumbando al colombiano. El árbitro chileno Roberto Tobar no dudó: sancionó penal. Y acertó.
En efecto, el guardameta sale y toca en forma imprudente al atacante; de hecho, Marcos es el que inicia el contacto. El detalle que generó discusión es: ¿la pelota estaba adentro de los límites del campo de juego cuando se dio la falta? Si el esférico hubiese traspuesto la línea de fondo, ya no estaba en juego. Por ende, el juez, en lugar de sancionar el lanzamiento desde los 12 pasos, tendría que haber señalado el saque de meta y Fluminense hubiese respirado.
Pero alcanza con detener la imagen en el momento en el que los brazos del golero derrumban a Borré para advertir que la pelota todavía estaba en juego. Un acierto del experimentado Tobar. Gonzalo Montiel (el mismo que había habilitado al delantero en la acción de la infracción), con su habitual prestancia, ejecutó el penal con un remate alto y a la izquierda de Marcos, inatajable. Y River se puso en ventaja en el mítico estadio Maracaná.
No fue la única polémica en el cotejo. En el segundo tiempo, en el afán de evitar un inminente mano a mano, Angileri le cometió penal a Lucca en el instante en el que se disponía a rematar. Tobar entendió que el cruce había sido lícito: de haber operado el VAR, la Banda no se hubiera salvado. Además, el lateral mereció la tarjeta amarilla por la acción.
Sin embargo, no todo estaba dicho y en el minuto 66 del segundo tiempo una desatención de River hizo que Fred sellara el empate del equipo local que, pese a haber sido superado en el primer tiempo, en el segundo tiempo incluso podría haberlo ganado.