Angelado y diabólico a la vez, dueño de una personalidad oscura, cuya ambición parece no tener techo, así describe Guillermo Francella el regreso de Eliseo Basurto en la tercera temporada de El Encargado (Disney+). Luego de tres meses de trabajo intenso y once horas de grabación diaria, el actor agarra su celular, prende la cámara y conversa con Teleshow horas antes del estreno. Mitad expectante, mitad ilusionado, cuenta los secretos de la última entrega, el desafío de volver a interpretar a un “villano” y el cariño que recibe de la gente.
Esta nueva saga, que comenzó a filmarse el 8 de diciembre de 2023, tendrá siete capítulos de 30 minutos. Al elenco principal, que integran Gabriel Goity, Gastón Cocchiarale y Darío Barassi, se suman nuevos personajes, interpretados por Claudia Fontán y Benjamín Vicuña. La serie -creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat, realizada por Pampa Films y Gloriamundi Producciones- relata la revelación que tiene Eliseo sobre su futuro, a raíz de la cual decide fundar su propia empresa de encargados. Con el objetivo de convencer a diversos consorcios para que contraten sus servicios, y de atraer a otros porteros, Francella desafiará el orden impuesto.
Desde su estreno en 2022, la tira rompió todos los récords a nivel nacional y se convirtió en la primera, en la nueva era del streaming, en tener tres temporadas. Además, se consagró como la ficción más vista de la plataforma en el país. A solo cuatro días de su lanzamiento, la segunda temporada se posicionó como la producción latinoamericana más vista, considerando tanto Star+ como Disney+. Para esta tercera, el clamor popular es fuerte. “En la calle, me preguntan: ‘¿Cuándo arranca?’. Están todo el tiempo diciéndomelo”, cuenta Guillermo a este medio. “Estoy con muchas ganas de que el público pueda ver a Eliseo”, dice sobre su entrañable personaje.
—¿Cómo palpitás este estreno?
—Ilusionado, expectante. El poder de Eliseo es cada vez mayor y empieza a haber, desde el lado interpretativo, cosas que me seducen mucho llevar a cabo. Él va a armar un imperio, va a tener un sindicato paralelo, está cada vez más poderoso y muy divertido. Está cada vez más sólido y concreto en su transitar. Estoy con muchas ganas de que el público pueda verlo. Fue una temporada maravillosa, la esperábamos. La primera fue un boom, pero después no sabíamos qué podía suceder. La segunda superó a la primera en cuanto a cantidad de horas vistas y estamos muy ilusionados con que suceda lo mismo con la tercera.
—¿Qué te genera el lado malvado de Eliseo?
—La inteligencia de Eliseo es algo muy singular, me atrae mucho. Desde lo interpretativo es muy jugoso tener este tipo de personajes. Pueden ser empáticos y oscuros a la vez, pueden se angelados y diabólicos. Él tiene esta inteligencia que lo hace diferente. Tiene cierta cosa oscura con algunos propietarios, porque también lo discriminan. Ejercen poder sobre él, y él, a su vez, resuelve. Los tiene en un puño. Como intérprete no lo cuestiono, lo transito.
—Hace tiempo que no te ponés en la piel de un “villano...”.
—Creo que villano no había interpretado. El villano que recuerdo, y que hice hace muchísimos años, 40 para ser exacto, fue en “Historia de un trepador”, de Hugo Moser. Era un jefe de seguridad bravísimo. Pero Eliseo, más que villano, es un defensor a ultranza de su trabajo. Es un tipo muy piola, no se deja vencer. No te olvides que en la primera temporada querían despedirlo. Querían romperle su casa para construir una pileta. Él defendía su fuente de trabajo con medidas austeras. Es un tipo difícil, no es un villano que sale a atacar o a dañar. Él daña cuando es dañado. O cuando peligra su territorio, si no es hermoso con la abuelita Beba, que ya no la tiene, o con los chicos.
—Al interpretar a Eliseo, ¿saliste de la zona de confort como actor?
—En los últimos años, traté de hacer personajes lo más heterogéneos posible. Me gustó tener cierto antagonismo y que fueran bien heterogéneos entre sí los contenidos llevados a cabo. Entonces no hubo una zona de confort. Sentí que todos fueron un desafío porque tuve hasta directores distintos, como Armando (Bo), como (Ariel) Winograd, Marquitos Carnevale en Granizo, Cohn y Duprat en El Encargado. Hice cosas bien antagónicas entre sí que a mí, como actor, más que salir de la zona de confort, me hicieron salir de lo que venía haciendo y eso me permitió componer algo distinto con la ayuda de ellos.
—¿Cómo pensás que puede recibir el público esta tercera temporada?
—En la primera, lo recibieron con bombos y platillos. Ahora, en la calle, me preguntan: “¿Cuándo arranca?”. Están todo el tiempo diciéndomelo. Es como si tuvieras 40 puntos de rating en la época de la televisión abierta. Solamente hubo un momento raro, cuando el sindicato de encargados lanzó un comunicado, sin poder discernir lo que es ficción de realidad. Fue una cosa bastante insólita.
—El Encargado llegó a países en los que no es común la figura del portero.
—Me encanta ver lo que sucedió en ese sentido. El “portero” o el “encargado” es algo muy argentino. Sin embargo, este contenido viajó y, en Latinoamérica, es un furor. En Brasil, en España y en México... Hay personas que habitualmente no tienen un portero o un encargado de edificio, pero les gusta esa cabeza, esa inteligencia, esa manera de sortear las dificultades. Él sortea cualquier adversidad de un modo notable, con respuestas concretas, sólidas. No queda rengo nunca. Y tiene esa facilidad para, cuando está encerrado y ya no tiene escapatoria, salir con argumentos muy sólidos.
—¿Alguna vez te cruzaste con algún portero como Eliseo?
—A veces hay porteros que son más poderosos que los propietarios. No sé si tanto como él, pero yo los he vivido. Como también viví otro tipo de encargados, que fueron amorosos conmigo toda la vida.
—¿Qué desarrollo imaginás que puede tener el personaje? No tiene techo...
—Eso es un poco la zanahoria. La tercera temporada tiene un arco que estoy convencido de que al público le va a atraer mucho. En esta temporada Eliseo vuelve del congreso de encargados en Río de Janeiro con una idea, se da cuenta de lo que les está faltando y arma su propia estrategia para crecer, para formar sus sindicatos, para ayudar a los demás colegas a tener una mejora salarial, una mejor calidad de vida, un mejor todo y todo lo que conlleva para lograr eso. Logra objetivos inalcanzables para cualquier portero. Él tiene algo muy singular que lo lleva a que sea fuente de consulta de personas muy importantes.
—Con Eliseo, ¿qué descubriste de vos mismo como actor y como persona?
—Él es muy muy diferente a mí. Es un hombre solitario, sin familia, con una historia atrás que todavía no hemos descubierto bien. Como actor me permitió ponerme capas para mostrar algo diferente, para tener una interpretación distinta a la cotidianeidad que la gente tal vez haya conocido de mí en algún otro personaje y donde puedo verme de otro modo. Pero no he aprendido yo como persona, sí adquiriendo cada vez más oficio. Tengo una madurez por edad, y por tantos años en la profesión, que me permite hacerlo con más intensidad. Estoy muy seguro, en mí desaparece la posible inseguridad de un nuevo personaje. Intento trabajarlo, y con la experiencia de los años y la ayuda de los directores que tengo me permiten armar esa arcilla, convertirla en algo como lo que se pudo ver después. Ese fue mi aprendizaje.
—Con el triunfo de la Selección Argentina se viralizó una imagen tuya en Miami, pero que vinculaban con Eliseo. ¿Hasta qué punto tu personaje genera controversia?
—Me lo mandaron y me causó gracia. Y también me imagino la respuesta de la gente porque acá se tergiversa todo de un modo muy sencillo, hay una crispación tan grande que no te permite pensar. El universo de las redes es muy particular y muy tóxico a mi entender. Yo no tengo redes o las tengo de fantasía, con otro nombre, para leer cosas que me interesan o para informarme.
—El público comparte tus escenas o frases en alusión a distintos temas. ¿Qué te genera eso?
—Es muy emocionante y movilizante para mí esta empatía que tengo con el público, con mis dichos, con mis frases. Soy un meme caminando, todo el tiempo me exponen en un partido, en un resultado, en un tema político. Siempre hay una frase mía con una foto agarrándome la cabeza, o estando contento, serio, riéndome o diciendo: “Hermosa mañana, ¿verdad?”. Me da mucho amor y mucha ternura lo que pasa conmigo, con mi personaje de Eliseo también. Ha tomado un vuelo gigantesco que me emociona.