Después de algunas idas y vueltas, la Argentina renunció formalmente al ingreso a los BRICS, el grupo de países aliados compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y que a partir de enero contará con una ampliación de sus miembros.
La renuncia de la Argentina se realizó hace pocos días a través de una carta firmada por Javier Milei donde indica que en este momento no se considera oportuno participar como miembro de la alianza.
En la última cumbre de líderes celebrada a fines de agosto en la ciudad sudafricana de Johannesburgo, los BRICS habían invitado a la Argentina a formar parte del grupo a partir del 1 de enero. Si Milei no hubiese expresado su negativa antes de esa fecha, el proceso de adhesión habría comenzado automáticamente.
En esa misma cumbre, los actuales países miembro también extendieron la invitación a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto e Irán, quienes sí ingresará al grupo. La presencia del gobierno de los ayatolas generó fuerte rechazo de parte de la política y diplomacia argentina.
Si bien no es una de las banderas que levantan, con estas nuevas incorporaciones de potencias árabes y petroleras, los BRICS habían consolidado su postura oriental, con una mirada opuesta a la de Estados Unidos. La sola presencia de China y Rusia como principales miembros habla por sí sola.
POR QUÉ MILEI TOMÓ LA DECISIÓN DE RECHAZAR EL INGRESO A LOS BRICS
En repetidas oportunidades durante la campaña, tanto Milei como la canciller Diana Mondino, habían asegurado que la Argentina se retiraría del ingreso a los BRICS en caso de llegar a la Casa Rosada, en contraposición a la postura de Sergio Massa, quien sí defendía la participación en este grupo con una marcada posición geopolítica.
De todos modos, una vez conocidos los resultados de la segunda vuelta electoral, en el equipo de internacionales de La Libertad Avanza había empezado a sobrevolar la idea de que Argentina podría participar, pero con una baja intensidad: “En la situación en la que estamos es mejor estar en más lugares que en menos”, decían aquellos que defendían el ingreso.
Luego de analizarlo y escuchar a los principales diplomáticos y analistas que participaron en el armado de la política exterior del gobierno libertario, Javier Milei reivindicó su posición. La Argentina rechazaría el ingreso a los BRICS.
En la Casa Rosada entienden que pertenecer no genera un beneficio económico directo, y que cualquier relación comercial con los países miembros del grupo puede negociarse de forma bilateral, sin necesidad de que mediar a través de los BRICS.
Representa, además, un nuevo guiño a Estados Unidos. Washington mira con recelo a esta alianza. En pocas palabras, la Argentina priorizó su posición geopolítica. Otro giro más que se suma al enfriamiento en la relación con Venezuela, Cuba y Nicaragua y a los cortocircuitos que se generaron en las últimas semanas con China.
Paralelamente al ingreso a los BRICS, la Argentina había explorado la posibilidad de adherirse al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por sus siglas en inglés), cuya sede está en Shangái y actualmente se encuentra presidido por la expresidenta brasileña Dilma Rousseff.
Aunque también es llamado como el banco de los BRICS, no existe una correlación entre pertenecer al grupo y el banco. Son cuestiones separadas, aunque la influencia política sí existe. Allí la Argentina podría acceder a fuentes de financiamiento, pero para ingresar debería pagar una cuota a la que hoy el país no estaría dispuesto a afrontar por la situación económica.