La CGT organiza cuatro actos por el Día de la Lealtad
Pese a esto, la Casa Rosada insiste con la unidad. Hay preocupación por la escalada del conflicto político el 17 de octubre.
Mientras las distintas vertientes del peronismo organizan cuatro actos paralelos por el Día de la Lealtad, Alberto Fernández sorprendió ayer al renovar, una vez más, el pedido de unidad del oficialismo, y en su entorno aseguran que busca evitar que el conflicto interno escale el próximo 17 de octubre. Si bien las negociaciones de la Casa Rosada para que se celebrase una sola demostración de fuerza fracasaron, al menos aspiran a que los enfrentamientos discursivos se mantengan en los márgenes de lo razonable, y no exploten frente a los militantes en medio de la crisis económica, mientras crece el malestar de la opinión pública con el Gobierno.
La interna del Frente de Todos volvió a quedar a flor de piel en las últimas semanas, al punto de que se forzaron nuevos cambios en el Gabinete. Y después el propio Alberto Fernández avivó el fuego, cuando decidió, por su cuenta, sin consultar a Cristina Kirchner, quiénes serían los nuevos ministros de Desarrollo Social, Género y Trabajo.
Mientras tanto, incluso las organizaciones sociales afines al Presidente, como el Movimiento Evita, volvieron a exhibir -ayer, en la voz de Emilio Pérsico-, muestras de fuerte descontento con el Ejecutivo por la postergación de medidas para formalizar la economía popular.
Y tanto el kirchnerismo, el PJ, el sindicalismo, los movimientos sociales preparan cuatro actos en simultáneo para recordar -nada menos que- el nacimiento del peronismo. La Cámpora y los gremios combativos de la CGT, liderados por Pablo Moyano (Camioneros), Mario Manrique (SMATA) y Omar Plaini (Canillitas) se mostrarán en la Plaza de Mayo. Los gremios de las 62 organizaciones estarán en el estadio Atenas de La Plata. Los “gordos”, encabezados por Héctor Daer y Carlos Acuña, concentrarán en el Estadio Obras. Mientras que la Unidad de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) organiza su propia demostración de fuerza en el Estadio de Laferrere, en La Matanza.
Alberto Fernández no irá a ninguna de las manifestaciones previstas, pero no se quedará en Olivos. En cambio, se pondrá al frente de la quinta expresión política del día, en la localidad bonaerense de Cañuelas. Sin presencia de militantes ni de banderas, se mostrará apenas junto a su amigo y ministro de Obra Pública, Gabriel Katopodis, con motivo formal de la inauguración de una obra vial. Una imagen llamativa, debido a que no sólo es el presidente de la Nación, sino también el titular del PJ nacional. El mini acto será por la mañana -el resto de las demostraciones serán a la tarde- y está previsto que el Presidente vuelva a hablar de la unidad.
La profundización de las divisiones genera preocupación en la Casa Rosada. A pesar de que vieron frustrados los esfuerzos para que se realice un solo acto el 17, al menos aspiran a que haya relativa paz en la descarnada interna. Fue por esa inquietud que ayer, durante la jura de Victoria Tolosa Paz, Ayelén Mazzina y Kelly Olmos, el Presidente volvió a pedir unidad al oficialismo, en contraste con los ánimos que imperan en el Frente de Todos, en la CGT e inclusive en los movimientos sociales afines.
Los vientos que corren en el peronismo apuntan en el sentido contrario. Pero en la Casa Rosada insisten, e incluso festejaron la asistencia de algunos de los funcionarios y dirigentes políticos y sindicales más críticos de la gestión a la ceremonia de jura de las nuevas ministras que se montó al aire libre, en el Parque Colón de la Casa Rosada.
Alberto Fernández había pedido específicamente que se invitara a Andrés Larroque y a Pablo Moyano, y se mostró satisfecho al verlos sentados entre las primeras filas frente al escenario de la jura. “Una cosa es lo que dicen en los medios, otra es lo que realmente piensan. A veces los dirigentes se tienen que mostrar más combativos en público, pero en los hechos, y en las charlas en privado, están todos adentro”, dijo un alto funcionario de Balcarce 50.
Larroque, secretario general de La Cámpora, fue la voz cantante de la última embestida del kirchnerismo contra el Gobierno, que terminó con la salida de Claudio Moroni del Ministerio de Trabajo. Y anteayer volvió a la carga, esta vez contra el Presidente: le reprochó públicamente que no hubiera consultado los reemplazos en el Gabinete con Cristina Kirchner. Mientras que Pablo Moyano, se abrazó al espacio de Máximo Kirchner para hacer su propia manifestación de fuerza por el Día de la Lealtad y regar su propia quinta en la disputa con “los Gordos” de la CGT.
Además, el primer mandatario celebró la charla íntima que mantuvo con el ministro camporista nacional más cercano a Cristina Kirchner, Eduardo “Wado” de Pedro, el miércoles, durante un acto en Tecnópolis con Daniel Filmus. Alberto Fernández y el funcionario K más poderoso -por debajo de la vicepresidenta- viajaron juntos en el helicóptero presidencial, desde la Casa Rosada hasta el predio de Villa Martelli. Y aunque en el Gobierno mantuvieron en reserva los detalles de la conversación, destacaron que “fue un muy buen viaje”.
De Pedro también estuvo en Parque Colón ayer. Y aunque no fue una novedad -participa en la mayor parte de los actos del Gobierno “porque su responsabilidad institucional está por encima de las internas políticas”, suelen señalar en su entorno-, en la Casa Rosada vislumbran en los gestos de “Wado” señales de distensión política en la previa del 17 de Octubre.
En el ala dura del Gobierno continúan con la dinámica bipolar instalada desde la derrota en las PASO. Por un lado, hostigan al Presidente, lo fuerzan a hacer cambios, y le muestran expresamente la desaprobación de su gestión. Pero, cuando la interna se acerca a un límite, se ocupan de “sostenerlo”, según dicen en La Cámpora. “Tiene que llegar vivo y lo más fortalecido que se pueda a las próximas elecciones”, justificaron, ayer por la tarde, cerca de un importante funcionario camporista.
En la sede del gobierno nacional no lo ven así. De hecho, en su entorno aseguran que Alberto Fernández no fue excluido de las distintas puestas en escena del Día de la Lealtad -como deslizaron desde los distintos sindicatos y espacios políticos-, sino que fue el propio primer mandatario quien rechazó asistir a cada una de ellas. “Es al revés. Él no quiso ir. No lo excluyen, sino que él se pone por encima. Esa es su tarea como presidente de la Nación y del PJ”, argumentan en el círculo de Olivos.
Por vías subterráneas, los colaboradores del Presidente trabajan para evitar que la fecha clave para el peronismo no sea el escenario para una virtual ruptura. “Por ahora vamos bien”, dijo un funcionario, que celebró la confirmación de que -en principio- el acto en la Plaza de Mayo no tendrá oradores.