A las 20 en punto, hora en Berlín (las 16 en nuestro país), Alberto Fernández fue recibido por Ángela Merkel para protagonizar una cena oficial que tiene un solo objetivo político: lograr que Alemania apoye a la Argentina en su compleja negociación por la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Antes de la comida, los líderes brindaron una declaración conjunta a la prensa. La anfitriona reconoció que la cuestión de la deuda argentina formará parte de las conversaciones. “Sabemos que la Argentina no se encuentra en una situación económica fácil y es importante que hablemos de nuestras relaciones económicas y pensemos en cómo poder ayudar; celebramos los encuentros con el FMI y hablaremos de eso”, adelantó.
Sin mencionar a Venezuela, Merkel adelantó que está interesada en dialogar con Fernández sobre “algunas situaciones políticas difíciles” que existen en América Latina. “Somos socios estrechos porque abogamos por el orden multilateral en el mundo y trabajamos muy bien en el G20”, aseguró. “Vamos hablar sobre inversiones entre Alemania y Argentina. Sé que el interés de la industria alemana es muy grande. También está el acuerdo con el Mercosur, un tema que nos viene ocupando desde el 2005, cuando nos conocimos por primera vez”, completó. A su turno, el mandatario argentino agradeció la invitación y recordó que conoció personalmente a la canciller en 2005, durante el gobierno de Néstor Kirchner, en Viena. “Alemania es un modelo que miramos muy de cerca porque sabemos que ha sido el gran motor de la unidad en Europa”, aseguró.
Junto al Presidente estará sentado en la mesa su ministro de Economía, Martín Guzmán, que viajó especialmente desde Buenos Aires para participar de un encuentro que es considerado clave por el peso específico que tiene Alemania en el board del FMI. Es muy probable que Merkel apoye la posición de Alberto Fernández, pero el presidente argentino quiere pisar sobre seguro y necesita el sí formal de la canciller alemana. Alberto Fernández propone al FMI pagar cuando Argentina crezca, y esta estrategia como acreedor necesita muchísimo respaldo político para que sea sustentable en el directorio del Fondo Monetario Internacional. Hasta ahora, la iniciativa presidencial es apoyada por Italia y España, y si sumara Alemania, el país se encontraría con la adhesión de los países más importantes de Europa.
Sólo faltaría agregar a Francia, y es muy probable que se añada a la lista de los Estados que avalan el plan presidencial. De hecho, Alberto Fernández almorzará en París con Emmanuel Macron, y en la comitiva oficial aseguraron a Infobae que el presidente Francia “acompañará a Alberto (Fernández) cuando esté la votación en el directorio del Fondo”. Además de tratar la hoja de ruta que propone Alberto Fernández para la negociación de la deuda externa, está previsto que el Presidente describa –desde su perspectiva– cómo encontró la Argentina y explique por qué decidió instrumentar ciertas medidas económicas y financieras que contradicen la lógica del libre mercado que se aplica en Occidente. El Presidente está obligado a ser diplomático en extremo: su anfitriona es amiga personal de Mauricio Macri.
“El país es un paciente en terapia intensiva”, describió Alberto Fernández durante un desayuno de trabajo con empresarios alemanes. Y esa opinión será la que prime cuando describa ante Merkel en qué situación recibió la Argentina cuando Macri le entregó la banda y el bastón presidencial. A la cena también fueron invitados la primera dama Fabiola Yáñez, el canciller Felipe Solá, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, entre otros miembros de la comitiva oficial. Solá tendrá un rol importante al momento de tratar la importancia institucional del acuerdo Mercosur-Unión Europea, una pieza política-jurídica que fue apoyada por Merkel desde que llegó al poder en Berlín.
Alberto Fernández y Solá consideran que el acuerdo Mercosur-Unión Europea puede complicar a la economía nacional y beneficiar de forma asimétrica a las empresas europeas. La canciller alemana, a contrario sensu, sostiene que ese tratado multilateral será beneficioso para ambas partes -Europa y Mercosur, y que no tiene sentido repudiar o postergar su aplicación en el tiempo. En este sentido, por una simple aplicación de la normas básicas de la realpolitik, el Presidente y su canciller escucharán a Merkel y afirmaran que nada pasará en contra del acuerdo que tiene su impronta institucional. Alberto Fernández necesita el voto de Alemania (casi un 6 por ciento del total) y hará lo necesario para no perderlo. Al fin y al cabo, el tratado Mercosur-Unión Europea recién tendría vigencia en 2030, una fecha lejana para la lógica de poder que se aplica todos los días en la Argentina.
Antes de la cena con Merkel, Alberto Fernández visitó el Forum Drive del Grupo Volkswagen, una plataforma de innovación tecnológica de esa compañía, donde se reunió con directivos que ratificaron inversiones por 800 millones de dólares en las plantas de Buenos Aires y Córdoba. Antes había desayunado con ejecutivos de empresas alemanas que están preocupadas por sus intereses en la Argentina y quienes les dijo que “la Argentina es un paciente en terapia intensiva”. “No sólo me encontré con una economía destruida -destacó-, sino cada vez que visito un país tengo que explicar que no somos populistas y que busco insertar a la Argentina en el mundo. El discurso del populismo fue un invento del gobierno de Mauricio Macri”. Lo escuchaban representantes de las empresas Hamburg Sud, Siemens AG, Voith, Smart Infraestructure, Grupo Hydro, DB. Ingeniería y Consultoría y Lindal Group, entre otras.